Hace ya un año que comenzó la pandemia y todavía después de vivir todo lo que llevamos, a veces se nos olvidan esos meses tan duros de cuarentena.
Durante ese tiempo de incertidumbre, de miedo y de inseguridades, analicé la canción más escuchada en España en los últimos años, "Resistiré", lo que se convirtió en el himno de España durante el año 2020 y generó tanta esperanza y fuerza a toda la población. Me he dado cuenta de que hemos desatendido y cambiado muchas cosas y, otras que hemos apreciado, pasados estos meses.
Quiero plasmar aquí mi reflexión sobre lo que para mí suponía esta canción en época de cuarentena absoluta, en ese tiempo donde nos cambio la vida a todos.
"En mi opinión esta canción describe muy bien la situación que tanto nosotros como
otros muchos países estamos viviendo.
Las dos primeras estrofas dicen como nos sentimos ahora, todo el tiempo encerrados
en nuestro hogar, con nuestras familias, pero sin esos amigos a los que veías casi todos
los días.
Ese momento de silencio que nadie habla, que no hay ruido ni barullo y que ahora nos
da miedo, pero que antes deseábamos tener todos los días. Recordar millones de momentos pasados, ¿quién en estos días no ha visto fotos antiguas deseando volver a ese
lugar? Dándonos cuenta de los pequeños detalles que hacíamos todos los días sin darle
importancia y que ahora echamos mucho en falta, como simplemente llegar al trabajo,
colegio o instituto y saludar a las personas que veías, por muy dormido que ibas, sonreías y decir un simple: buenos días, a profesores, compañeros, vecinos... personas que
a lo mejor no eran especiales para ti y que ahora echamos en falta, con tal de interactuar con alguien diferente. Es decir, cuando estemos cansados, deseando salir, queriendo ver a nuestros amigos y familia, RESISTIREMOS, como sigue la canción. Pase
lo que pase, aunque un día estemos un poco más tristes, aguantaremos.
En esta cuarentena nos volveremos más fuertes para resistir y así ayudar a todos con
nuestro pequeño granito de arena. Que esto es algo que nadie esperaba ni estaba preparado, pero aguantaremos. Que aunque todos nuestros planes de futuros o sueños no
se puedan cumplir cuando queríamos, lo lograremos con la ayuda de todos, pasaremos
estos momentos tan difíciles.
La siguiente estrofa vuelve a recordarnos debilidades muy comunes en estos días encerrados, que se pierde esa alegría de vivir que transmitíamos, cuando ya cueste no salir a la calle aunque por dentro lo esté pidiendo a gritos, cuando vuelvan esos maravillosos recuerdos y solo quiera revivirlos y ya esté muy cansado, que mi cabeza solo quiera
respirar, otro tipo de conversación que no sea siempre la misma, que el ¿qué tal? ya no
vale, que ya nadie está bien, que todos estamos deseando salir, abrazar, besar y seguimos sin poder, seguimos con la incertidumbre de ¿qué pasara al día siguiente, saldrán
más muertes, más contagiados, el siguiente será un conocido?
Nos pasará factura, algunas personas acabaran con depresión por estar solas, otros
tendrán crisis de ansiedad, otros perderán a seres queridos y otros verán como todo
un país se ha unido para resistir contra este virus.
Todo lo que está pasando, absolutamente nadie sabía lo grave que acabaría siendo en
todo el mundo. Pero esto nos está uniendo a un país que estaba dividido por muchas cosas.
Mi madre es médico en Portugal y conozco de primera mano gente que se está volcando para hacer mascarillas de protección para donarlas incluso a un país que no es el
nuestro pero que cerca de nosotros tienen menos recursos. En España, un montón de
personas ayudan de muchas formas, haciendo miles de mascarillas, repartiendo comida, haciendo la compra a personas que por su seguridad no deben salir, preparando pabellones para personas sin hogar, todos los trabajadores que aún siguen en pie porque
sus trabajos en esta situación es fundamental (los que trabajan en supermercados, los
repartidores, los que trabajan en la fábricas para que no nos falte de nada, los policías
que velan por nuestra seguridad, el Ejército, los sanitarios que trabajan sin descanso
hasta coger ellos también el virus, los mecánicos que revisan esos camiones que llevan
la comida hacia todos los lugares de España, los limpiadores que tienen que mantener,
ahora más que nunca, todo impoluto, todos los que trabajan desde casa para mantener
su negocio o su puesto de trabajo, los profesores organizando clases de manera que
nunca se habían imaginado...), personas voluntarias a escuchar a otras para desahogarse, que necesitan contar la historia que están viviendo encerrados en una habitación y
sin poder ver a nadie, como mucho si están en un hospital, de vez en cuando al personal
sanitario y sobre todo, todas esas personas que se quedan en sus casas, por mucho que
les esté costando.
Por eso creo que ahora más que nunca nuestro país, España, se ha vuelto solidario, algo
que en muchos ámbitos le faltaba. Aparte de cómo ha transcurrido esta situación, de
la que se les ha venido encima a los políticos, las críticas, todos nos vamos a equivocar
en esta cuarentena, pero no podemos dejar de luchar y de ser solidarios una vez acabado el confinamiento. Por eso, después de esto, debemos seguir resistiendo, esta situación nunca tendrá una fecha final, siempre nos quedaremos con la duda de si volverá."
Fuente: Wikimedia Commons
Sin embargo, me he dado cuenta que nos hemos olvidado lo que era pasar tres meses encerrados, que ahora simplemente los ponemos de excusa para hacer cualquier cosa, y el problema no es salir, volver a la "rutina", quedar con amigos, familia, ir de viaje... el problema es que en todas esas ocasiones dejamos de respetar las medidas sanitarias. Nos quitamos las mascarillas, no respetamos la distancia de seguridad, vamos a los sitios sin prestar atención... y eso es una falta de respeto. Una falta de respeto para todas aquellas personas que siguieron en pie durante la cuarentena, que no dejaron de trabajar para avanzar en esta crisis sanitaria, desde l@s sanitarios, l@s trabajadores en los supermercados, las personas que han estado limpiando y desinfectando las calles, colegios, universidades, edificios públicos... los que han sufrido el coronavirus y los que actualmente están luchando por su vida frente a este "bicho".
No obstante, prefiero dar protagonismo en este apartado a las buenas acciones sociales, todas aquellas de personas voluntarias que hicieron la vida de muchas personas un poquito mejor durante los meses de cuarentena. Me gustaría reconocer el gran trabajo de los proyectos que se hicieron. Aquí os mostraré alguno de ellos:
- UNAF (unión de asociaciones familiares) ofreció un servicio gratuito de orientación telefónica para familias con adolescentes.
- El club de fútbol Dragones de Lavapiés puso en marcha un banco de alimentos en uno de los barrios con menos renta del centro de Madrid.
- Dinamiza tu cuarentena es una serie de redes vecinales de apoyo, cuya iniciativa fue de FRAVM (Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid). Apoyó a las personas mayores y a otros grupos de riesgo durante la cuarentena ofreciendo recursos de utilidad.
- Tejedoras de vida estuvo enfocada en atender y contribuir a la prevención de la violencia de género en los hogares durante el aislamiento preventivo obligatorio.
- Cruz Roja ha impulsado un canal de YouTube, "Imagina con Cruz Roja", en el que su red de voluntarios sube pequeños tutoriales de actividades para hacer en casa. Además, en sus redes sociales nos ofrecen una serie de infografías que pretende demostrar mitos sobre el coronavirus, con el objetivo de que la información que manejemos sea lo más veraz posible.
- Centro de Escucha San Camilo-Guadalupe está formado por voluntarios que prestan su servicio de forma gratuita a cualquier persona que este atravesando una situación dolorosa o difícil en su vida o se encuentre ante un dilema ético, con la finalidad de que pueda desahogarse, clarifique posturas o decisiones vitales, encuentre equilibrio emocional y discierna con criterio ante sus problemas.
En aquel tiempo nadie sabía muy bien lo que estaba pasando, como actuar y todo lo veíamos surrealista. Parecía que estábamos en una película de ficción, en la que no nos habían avisado que éramos los protagonistas y fue en ese momento, cuando todos estábamos encerrados en nuestras casas, que la creatividad, imaginación y solidaridad que habíamos perdido en nuestro día a día florecieron de nuevo como cuando éramos niños.
Los bancos de alimentos se movilizaron más que nunca, todos los que podían donaban comida, ropa, mantas, pañales... los dueños de bares y restaurantes organizaron sus cocinas para repartir innumerables comidas. Se prepararon pabellones con alojamiento para las personas que vivían en la calle. Se creó una red para hacer compañía telefónica o por videollamada a las personas que vivían solas y mostrarles que en esos días tan duros estaban acompañados de alguna manera. Se inventaron gran cantidad de retos, actividades, recetas...para entretenernos en casa. Los humoristas hicieron más que nunca su trabajo y consiguieron a través de las redes sociales, animar a muchas personas y que no perdiéramos las risas. En las quedadas con familiares y amigos ya nadie llegaba tarde porque estábamos conectados a Zoom media hora antes preparando la videollamada para que todo saliera bien. Hasta ahora habían sido siempre los profesores los que enseñaban a los alumnos, pero en ese momento fueron los alumnos los que les explicaban a los profesores como utilizar las nuevas tecnologías para seguir adelante con las clases.
De repente, todo cambio. Se paró el mundo. Algo que nadie se esperaba y mucho menos se imaginaba, ocurrió. Sin embargo, ante todas las adversidades que cada día iban saliendo, las afrontábamos, no nos rendimos por muy duro que fue. Entre todos nos apoyamos y nunca perdimos la esperanza a pesar de las malas noticias que nos llegaban todos los días. Y creo que en parte fue gracias a esos aplausos a las ocho de la tarde, el motivo era para todos los trabajadores que seguían en pie, pero en el fondo cada uno sabíamos que era para mantenernos nosotros, para seguir adelante. Aplaudíamos al vecino de enfrente que se había quedado sin trabajo, al amigo que sabíamos que estaba en la UCI, al abuelo que se quedó solo durante esos meses, al familiar que su trabajo era esencial y casi nunca podía aplaudir, a esa comunidad de vecinos que aprovechaba para jugar al bingo, a los músicos que salían por la televisión tocando la canción que nos acompañó, "Resistiré", pero sobre todo, nos aplaudíamos a nosotros mismo. Cantábamos con la mayor sinceridad del mundo y el gran miedo que teníamos que juntos lo lograríamos, que resistiríamos. Y así ha sido, seguimos aquí y dispuestos a superar a este "bicho", lucharemos por todos los que no han podido.
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